Sabemos lo duro y complicado que es recibir y gestionar un diagnóstico así, más si cabe en un menor, por eso queremos que nadie se sienta solo, sin herramientas para gestionar el torrente de emociones, diferentes y complejas, que se nos pueden llegar a arrastrar. Y a veces, un pequeño gesto, puede suponer una gran diferencia.
8.000 motivos, emociones, personas y deseos
La lucha de Ànnia en su camino de recuperación hizo nacer la Asociación 8.000 Estels. La vivencia de sus padres, de la enfermedad y el proceso de recuperación, fue una lección vital que les dio de esfuerzo y solidaridad. Y quisieron extender estos principios y valores para ayudar a otros en la misma situación y hacer difusión de una enfermedad que supone la primera causa de mortalidad en niños menores de 14 años en Cataluña.
Dar visibilidad al cáncer infantil, especialmente los tumores cerebrales, y sensibilizar a la sociedad.
Recaudar fondos para impulsar programas de investigación y mejora de los tratamientos del cáncer infantil.
La educación emocional de los niños para hacer frente a la adversidad, la diversidad y otras realidades sociales.
Promover los valores y la práctica del deporte para superar retos y fomentar el espíritu de superación.
¡Juntos, lo conseguiremos!
Si por un momento, nos paramos y elevamos nuestra mirada de todo lo que nos rodea, de nuestro día a día, de los problemas, de la rutina, podemos disfrutar de un instante para nosotros y llenarnos de la luz, la energía y la paz de las estrellas... y soñar. Nosotros lo hemos hecho y lo que ahora queremos es llevarlo a cabo y que sea no solo un sueño, ni un deseo, sino toda una realidad, de ahora en adelante.
Enciende una estrella
Con cada donación se enciende una estrella que ilumina el cielo de los niños y niñas con cáncer. El dinero recaudado se destina al programa de investigación de Vall d'Hebron. Cada estrella encendida es un paso más en la investigación del cáncer infantil.
Joana y Dani son los padres de Ànnia y las cabezas visibles detrás de este proyecto, realizado desde el amor, la empatía y la voluntad de aportar su granito de arena en el avance hacia la cura de esta terrible enfermedad que es el cáncer infantil. Siguiendo el ejemplo de Ànnia, han querido darle la vuelta a una dura situación, para convertirla en un punto de apoyo para otros casos, para ser luz y reflejo de emociones y sentimientos que, con aprendizaje y práctica, se pueden gestionar y convertir en herramientas de crecimiento.